Duermo poco... a veces unas cinco o seis horas son suficientes últimamente. Cuando me despierto a media noche, y gracias a que mi persiana siempre está subida y mi ventana abierta, puedo ver las estrellas, y no sé porque, pienso en ti.
Pienso en cómo las cosas desaparecen dejando un rastro casi inapreciable. Como cuando caminas sobre la arena del mar y se ve claramente tu pisada, pero poco a poco, con la subida de las olas, la huella se va borrando hasta que desaparece, y es como si nunca hubieses pisado ahí, como si nunca hubieras estado en ese lugar.
Me entretengo pensando en todos los recuerdos que tengo, porque sé que, algún día, igual que la huella borrada, estos desaparecerán. Los pienso, los escribo, los ensobro y los guardo en una caja de cartón, negra, gris y blanca... como mi pasado y mi presente... y quizá mi futuro.
Saber que olvidaré tu voz, o tu tacto, o tu olor... saber que eso no se puede conservar. Saber que ninguna otra noche serás mío, saber que no volverás a dormir abrazo a mí, saber que no veremos más el sol tomando el desayuno, ni despediremos más a la luna con nuestros orgasmos. Saber que nunca más volveré a tener un principio... contigo.
Sigue pasando el tiempo y aún sigo sin dormir mucho. Imagino mil y un momentos por vivir, y no quiero levantarme, al menos no ahora, porque sé que miraré mi móvil y no habrá una llamada tuya, ni un mensaje, y sé que abriré el ordenador y no existirá ningún mail con tu remite. El buzón de casa, hace meses que no existe para mí.
Todo el tiempo pensando es tiempo perdido, horas acumuladas sin nada más que hacer. Cortas eternidades cada noche, y largas esperas cada día, cada día en los que bebo para emborracharme, para olvidar lo que en realidad quiero que perdure, para recordar tu sabor en cada trago de cazalla, para ver el reflejo de tus ojos en cada vaso de café.
Quisiera que, otra vez, los besos fueran eternos, que volvieran esos sueños que imaginábamos a la vez. Que volvieran esas risas y también todas esas lágrimas... lágrimas de amor. Comerte entero, junto a la vida que nos quedaba. Superar el miedo, junto contigo.